Crisis del periodismo
Crisis del periodismoLa toma de periodistas como rehenes en la Comarca Lagunera, con el fin de que las empresas periodísticas donde colaboraban dichos reporteros, transmitieran escalofriantes videos en contra de sus enemigos, vino a poner en la picota pública una vez más el papel del periodismo en un México convulso y convulsionado.
Y para desgracia de todos y como me dijo en animada tertulia literaria la cronista Cynthia Moncada, “el problema Cedillo, es que el periodismo mexicano siempre ha sido menor de edad y jamás, jamás ha sido del todo libre”. La novel escritora tiene razón. Sujeto a la dictadura del Presidente en turno, por décadas, no se publicaba nada que no fuese autorizado por la Secretaría de Gobernación. Luego, ante los tímidos brotes de libertad, se quiso hacer pasar como verdad cierta, que los panistas en el poder daban todas las libertades a los periodistas para el ejercicio de la crítica. Llegó la transparencia y las firmas de convenios “publicitarios” suplantaron a los generosos embutes que se repartían a granel.
Tampoco entonces, había libertad. El gusto duró poco. Una nueva amenaza llegó: el poder de internet y el caos de “información” provocado por los blogueros de todo el mundo. ¿Y la libertad de prensa? Por ninguna parte se advierte. El futuro dejó de estar en los diarios y se trasladó a las pantallas de los ordenadores personales que manejan cibernautas como mis compañeros de plana, Carlos Arredondo, Víctor Manuel Sánchez o el atildado ejecutivo de VANGUARDIA, don Juan Carlos Torres Delgado.
Los diarios entonces, empezaron a caer en caída libre. ¿Para qué comprar el diario de la esquina si todo se puede encontrar en la red? Pero, rápido se advirtió una fractura insalvable: los blogueros no siempre saben escribir y menos investigar o redactar. Hace falta precisamente oficio, como aquel practicado por los viejos maestros del periodismo local, nacional o internacional. Aquellos viejos y sabios periodistas como don Mariano Farías, que sin grabadora de por medio, armado sólo con bolígrafo y una ajada libreta en su saco, traían la “ocho columnas” bien cuidada, como un tesoro.
El internet y los gadgets de moda (el Blackberry, el iPad, el iPhone), pronto dejaron de ser una amenaza para los periodistas y los diarios, aunque aún no se puede reponer la industria editorial de semejante caos cibernético. En México, para focalizar el problema, surgió entonces una forma de censura, la censura impuesta por los miembros del crimen organizado. Si escribes, te matan. Si no escribes a favor de un bando, también.
Esquina-bajan
Resulta curioso que ahora se hable de la libertad de prensa, como una especie de manzana de la discordia en un mundo plagado de eunucos. De hecho, hace mucho tiempo que en México y sus regiones, el periodismo realmente no existe y la prensa sólo reproduce un mundo idílico, paradisíaco, sólo parecido al jardín de las delicias bíblico.
Existen las gacetillas de los gobiernos, los boletines que se reproducen uniformemente en los “medios de comunicación” y que incluso, se reproducen con los mismos errores (este columnista los colecciona y los pone de ejemplo, cuando soy invitado a dar cursos de periodismo en diversos lugares de México). Existe un control por convenio o por miedo y hace mucho que nadie practica la “libertad de expresión”.
A los miembros del crimen organizado no les bastó “subir” sus videos a internet, ahora exigían en televisión horario estelar. Los medios de comunicación dejaron de hacer su trabajo hace tiempo y las consecuencias y costos están a la vista. Nada de qué espantarse. Espanta una polémica estéril, huera, viciada de origen cuando todo mundo sabe que la “libertad de prensa” en México, sólo ha sido un disfraz.
Letras minúsculas
Buena razón tenía el viejo burlón de Jorge Luis Borges, al decir que los periódicos deberían editarse cada cien años. ¿Hay hoy nuevas noticias?
Tomado de: http://www.vanguardia.com.mx/diario/detalle/columna/crisis_del_periodismo/539177
