Tomado de: http://maestriachetumalseptien.wordpress.com/2009/05/25/primer-periodista-de-america-aporte-de-jorge-martinez/ 11/4/2009 4:53:26 AM
El primer periodista de América Latina El mexicano Juan Ignacio de Castorena y Ursúa Por Jorge Martínez Lugo
El primer periodista de América Latina El mexicano Juan Ignacio de Castorena y Ursúa Por Jorge Martínez Lugo
El primer periodista de América Latina es considerado por varios autores el mexicano nacido en el estado de Zacatecas, Juan Ignacio de Castorena y Ursúa y Goyeneche y de Villarreal, por haber fundado en 1722 La Gazeta de México, periódico mensual con el que se inició el periodismo regular en México y en América Latina.
Dos siglos después de la llegada de la primera imprenta en México, en 1539, bajo la dirección de Juan Pablos, se inicia el periodismo regular en la ciudad de México, a iniciativa de Juan Ignacio de Castorena y Ursúa, alto jerarca católico, quien murió en Mérida en 1733, siendo obispo de Yucatán.
Publicado en el marco de la cultura confesional de la época, con el objetivo de extender noticias del clero y textos religiosos, muy pronto sus páginas empezaron a usarse para textos literarios y para la expresión de opiniones, primero totalmente identificadas con el poder de la iglesia, pero muy pronto se comenzaron a mostrar opiniones diferentes a las oficiales.
Un dato a destacar es que en las páginas de La Gazeta de México se publicaron poemas de Sor Juana Inés de la Cruz, por lo que se puede afirmar que el feminismo cultural nació con el mismísimo primer periódico regular de la Nueva España en 1722.
Agradecida siempre por la solidaridad que le mostró el doctor Castorena con quien entabló una sólida amistad, Sor Juana Inés de la Cruz le dedicó algunos poemas y uno de ellos dice:
Favores que son tan llenos / no sabré servir jamás / pues debo estimularlos más / cuando los merezco menos; / De pagarse están ajenos / al mismo agradecimiento; / Pero ellos mismos intento / que sirvan de recompensa / pues debéis a mi defensa / lucir vuestro entendimiento.
Juan Ignacio de Castorena, era lo que podía llamarse un librepensador dentro de la iglesia, pero no estaba consciente de la magnitud social de su creación, y poco a poco la sociedad empezó a hacer suya esa novedosa máquina: la imprenta, y su maravilloso producto: el periódico.
Los primeros periódicos evolucionaron de ser foros de expresión literaria a convertirse en espacios de difusión de las actividades e ideología de quienes los auspiciaban en un principio: el clero y el Estado monárquico.
Fue entonces que dichas publicaciones periódicas empezaron a ejercer como cajas de resonancia para las corrientes políticas e ideológicas, representadas por el clero, el Estado y las logias masónicas.
No cualquiera podía tener una imprenta, el gran invento, ícono del inicio de la era moderna.
Sin embargo, la sociedad empezó a hacerlo suyo… las hojas impresas de amplia circulación vinieron a llenar esa necesidad de comunicación de las sociedades modernas, caracterizadas por la emergencia de nuevas voces, la burguesía ilustrada principalmente, que luchaba por ocupar el lugar que el viejo régimen le negaba en el nuevo escenario político-social.
Por ello muchas veces lo publicado en los periódicos incomodaba a los representantes de los poderes establecidos, y quienes auspiciaban y escribían los periódicos, empezaron a ser objeto desde esos tiempos fundacionales del periodismo, de invitaciones, sugerencias, recomendaciones, advertencias, intimidaciones, amenazas, agresiones, y por supuesto, asesinatos.